5 consejos para tu dolor de rodilla
- Marisol Contreras
- 15 may
- 3 Min. de lectura
Recuerdo perfectamente la primera vez que me falló la rodilla. Estaba subiendo unas escaleras cuando sentí ese pequeño “crack” seguido de una molestia que fue creciendo con los días. Como fisioterapeuta, sabía que algo no estaba bien, pero como paciente, me costaba aceptar que yo también necesitaba ayuda.
Con el tiempo, entendí que el dolor de rodilla no es solo una incomodidad: puede afectar cómo caminas, cómo duermes e incluso cómo disfrutas tu día a día. En Helse Fisioterapia, acompañamos a muchas personas que llegan con esa misma frustración… y lo más bonito es ver cómo poco a poco recuperan su confianza al moverse.
Estos son los 5 consejos que más recomiendo a quienes viven con dolor en la rodilla —y que a mí también me sirvieron para volver a moverme con libertad.
1. Busca ayuda profesional (de verdad, no lo dejes pasar)
Una de las frases que más escucho es: “Pensé que se me iba a quitar solo.”
Y sí, a veces sucede. Pero muchas otras, ese dolor aparentemente leve es la señal de algo más: una desalineación, una inflamación en los tendones o incluso un desgaste del cartílago que necesita atención.
Un buen fisioterapeuta no solo evalúa qué está pasando con tu rodilla, sino que también diseña un plan de recuperación acorde a tu cuerpo, tus actividades diarias y tus metas.
Entiende qué está causando el dolor de rodilla
El dolor de rodilla no es un enemigo misterioso. Tiene razones, y cuando las conoces, puedes enfrentarlo mejor.
Entre las causas más comunes que veo en consulta están:
Lesiones deportivas (esguinces, distensiones)
Desgaste del cartílago (artrosis)
Tendinitis (como la rotuliana o la de la pata de ganso)
Bursitis
Lesiones en los ligamentos cruzados
Exceso de peso o debilidad muscular
Cada caso es único. Por eso es clave identificar qué está provocando el dolor para que el tratamiento tenga sentido y sea efectivo.
Ejercítate, pero con cuidado (y siempre guiado)
Puede sonar raro, pero no siempre es buena idea quedarse quieto.
En muchos casos, el movimiento controlado ayuda más que el reposo total. Por supuesto, esto debe hacerse con supervisión profesional y dependiendo del momento en el que estés (por ejemplo, si hay inflamación aguda, no es hora de hacer sentadillas).
Ejercicios como:
Fortalecer el cuádriceps y los isquiotibiales
Estiramientos suaves
Bicicleta estática o natación
... pueden mejorar la estabilidad y reducir el dolor, si se hacen bien. No improvises: tu rodilla necesita movimientos pensados, no aleatorios.

Cuida tu peso, cuida tus rodillas
Una vez, un paciente me dijo: “No sabía que cargar unos kilos de más también era cargarle trabajo a mis rodillas.”
Y tenía razón. Cada kilo extra representa más presión sobre tus articulaciones, especialmente en la zona de las rodillas y los tobillos.
No se trata de obsesionarse con la báscula, sino de adoptar hábitos que ayuden a tu cuerpo a estar más liviano, ágil y fuerte. ¿Cómo? Con alimentación balanceada, hidratación adecuada y, si puedes, orientación nutricional.
Algunos alimentos aliados contra la inflamación:
Frutas y verduras coloridas
Pescados como el salmón
Alimentos con calcio y vitamina D
Mucha agua (más de lo que crees)

¿Frío o calor? Depende del momento
Esta es una de las dudas más frecuentes, y la respuesta es sencilla pero poderosa:
❄️ Frío: Si tu rodilla está inflamada o es una lesión reciente (menos de 48 horas), el hielo será tu mejor amigo.
🔥 Calor: Si ya pasaron los días críticos y lo que sientes es tensión o rigidez muscular, aplica calor con una compresa o una ducha templada.
Ambos métodos pueden ayudarte muchísimo, pero saber cuándo aplicar cada uno es clave. Y si después de unos días el dolor no cede, no lo normalices. Toca visitar a un especialista.
Tu rodilla merece moverse sin dolor
No estás destinado a vivir con ese dolor cada vez que subes escaleras o te agachas.
La buena noticia es que sí hay una salida, y no estás solo.
En Helse Fisioterapia, trabajamos contigo desde la empatía y el conocimiento. Te escuchamos, te guiamos y te acompañamos en cada paso hacia tu recuperación.
Yo pasé por eso. Y te aseguro: el primer paso, aunque pequeño, puede cambiarlo todo.










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